El uso de chatbots impulsados por inteligencia artificial (IA), como ChatGPT y otras plataformas similares, ha crecido de forma acelerada en el ámbito del apoyo emocional y psicológico. Miles de usuarios en el mundo recurren a estos sistemas para hablar de sus problemas personales, recibir consejos o simplemente sentirse escuchados.

Sin embargo, psicólogos y psiquiatras advierten sobre los riesgos de reemplazar la atención profesional con estas herramientas, ya que presentan sesgos, limitaciones y ausencia de regulación que podrían poner en riesgo la salud mental de los usuarios.

⚠️ Los principales riesgos identificados

  • Falta de diagnóstico clínico: la IA no puede detectar trastornos mentales con precisión.

  • Consejos erróneos o sesgados: el entrenamiento de los chatbots puede reproducir prejuicios o información inexacta.

  • Ausencia de contención emocional real: la empatía simulada no reemplaza el acompañamiento humano en crisis.

  • Privacidad en duda: la información compartida con la IA puede no estar completamente protegida.

📊 Un fenómeno en expansión

De acuerdo con un estudio de Pew Research Center, más del 15 % de los adultos jóvenes en EE. UU. afirmaron haber usado un chatbot para hablar sobre temas relacionados con su bienestar emocional en 2024. En América Latina, la tendencia comienza a crecer, especialmente entre adolescentes y personas que no acceden fácilmente a atención psicológica.

💡 Tips para un uso responsable

  1. Use la IA solo como complemento, no como sustituto de la terapia profesional.

  2. Evite compartir datos sensibles o privados en estas plataformas.

  3. Si atraviesa una crisis, busque ayuda inmediata en líneas de atención psicológica o con un especialista.

  4. Tenga en cuenta que la IA no está regulada en salud mental; confíe en ella únicamente para apoyo ligero y no para diagnósticos.

🔎 En conclusión

La terapia con IA puede ser un recurso útil como acompañamiento temporal, pero no reemplaza la atención profesional. Los especialistas insisten en que es clave avanzar hacia regulaciones claras y campañas de educación digital que protejan a los usuarios más vulnerables.