Esta vez sí. Después de varios intentos, las Farc pudieron darle el adiós a las armas en un acto en que el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, devolvió al líder rebelde Timochenko su nombre de pila -Rodrigo Londoño- y en el que las manidas mariposas de Gabo literalmente volaron.
El lugar elegido para escenificar el reencuentro de esas dos colombias enfrentadas durante medio siglo no fue Macondo, pero en ocasiones recordó a esa aldea garciamarquiana.
El punto de encuentro fue la vereda de Buenavista, que forma parte del municipio de Mesetas, en el Meta, donde los Llanos Orientales pierden su nombre en medio de la cordillera andina.
Llegar hasta allí supone una pequeña odisea: es necesario atravesar complejas trochas en las que apenas se puede ver más allá de la siguiente curva.
En esa remota área solo viven bovinos y algunos campesinos cuyas casas humildes y de madera, en las que no faltan antenas de televisión, salpican el paisaje.
La imagen tiene poco de bucólica pues esa parte del país fue un escenario de combate sin cuartel en el que las Farc se enseñorearon y combatieron a la fuerza pública y paramilitares.
La huella de la guerra se siente en forma de minas antipersona que sembraron las Farc por centenares en la zona y que todavía dejan su estruendo en ocasiones, cuando algún animal las pisa o algún desafortunado vecino se sale de los caminos marcados.
Sobre esa marca hollaron ayer Santos y Londoño, conocido por su nombre de guerra, Timochenko, para dejar otro estrato sobrepuesto, la fotografía del fin de un conflicto que, como recordó el presidente, dejó ocho millones de víctimas, entre ellas 220 mil muertos.
En Buenavista está instalada una de las 26 zonas veredales transitorias de normalización (ZVTN) en la que cerca de 550 guerrilleros hacen su tránsito hacia la legalidad y donde dejaron las armas en el último mes.
Ver a Santos adentrarse en un campamento así, que no es el típico de las Farc, pero que no deja de ser el de una guerrilla, supone en sí mismo un contraste.
El presidente llegó a la zona escoltado por un grupo de policías sin uniformes que le abrieron paso hasta el escenario preparado para la ocasión ante la mirada indiferente de los concentrados en la ZVTN.
Cuando llegó al lugar dispuesto, se formó otro corrillo para escoltar a Londoño, todavía Timochenko, entre el jolgorio de los todavía guerrilleros que lo recibieron entre gritos de viva a la paz.
Ya en el escenario volvieron a dividirse, a la izquierda se sentó Santos y parte del Gobierno, a la derecha Londoño y buena parte de los mandos guerrilleros.
En medio, el jefe de la Misión de la ONU, Jean Arnault, de azul cielo.
Frente a ellos, entre la gente, había incluso algún exguerrillero veterano como el antiguo líder del Movimiento 19 de Abril (M-19) y hoy senador Antonio Navarro Wolff, tal vez una imagen de futuro en la que se miraba Londoño o su mano derecha, Luciano Marín Arango, al que todos se refieren todavía como Iván Márquez.
De los tiros a las palabras
Los discursos fueron de rigor; el de Timochenko doctrinario y con reclamos al Gobierno. “Adiós a las armas, adiós a la guerra, bienvenida la paz”, afirmó el guerrillero.
Vestido con una guayabera azul y una gorra, aseguró que las Farc entran en una nueva etapa, en la legalidad, tras dejar las armas que durante medio siglo empuñaron contra el estado colombiano.
El máximo líder de las Farc fue victoreado por sus hombres desde una escueta grada que le ve como a una estrella del rock.
“Este día no termina la existencia de las Farc, en realidad a lo que ponemos fin es a nuestro alzamiento armado de 53 años pues seguiremos existiendo como un movimiento de carácter legal y democrático que desarrollará su accionar ideológico, político, organizativo y propagandístico por vías exclusivamente legales, sin armas y pacíficamente”, resaltó.
Santos siguió hierático el discurso de Londoño por momentos, cuando recrudecía sus denuncias de que el Gobierno ha incumplido con varios elementos, esencialmente con la protección de líderes sociales que han sido asesinados por bandas herederas del paramilitarismo.
Somero, con apelaciones al país completo y citas de Víctor Hugo, el de Santos consiguió que en algún punto los todavía guerrilleros le dieran un sonoro aplauso.
“Hoy 27 de junio para mí y para los colombianos es un día muy especial, un día que jamás olvidaremos, el día en que las armas se cambiaron por las palabras”, dijo con contundencia.
También tomó prestadas las palabras de Víctor Hugo y citó que “un día vendrá en que no habrá más guerras” y se preguntó qué quedará cuando todos los hombres dejen las armas.
“Será una pequeña caja de madera, esa que llaman urna electoral de donde saldrá un mandato que hará caer las espadas de todas la manos y despertará el amor a la justicia en todos los corazones”, aseveró.
En este momento, ya “sin armas ni violencia”, consideró que Colombia no es “un pueblo enfrentado entre sí”, por lo que hay una historia menos “de dolor y muerte en el planeta”.
“Somos un solo pueblo y una sola nación avanzando al futuro dentro del cauce bendito de la democracia”, sostuvo sobre el periodo que se abre para Colombia con las Farc desarmadas y en transición para convertirse en un partido político legal.
Al acabar su discurso, Londoño se acercó a Santos, le dio un papel cuyo contenido no desveló y liberaron mariposas blancas. A la luz del sol brillaban amarillas como las que persiguieron hasta su tumba a Mauricio Babilonia en Cien años de soledad.
Durante el suyo, Santos le entregó al recién renombrado Londoño un fusil convertido en pala. Todavía con los nervios de quien se sabe observado y juzgado, ambos se dieron la mano. Sin excesos.
Arnault, en cambio, se fundió en un abrazo con los mandos de las Farc con quienes demostró una conexión que los guerrilleros no encuentran con la sociedad colombiana.
A ella no les afecta la epidemia del olvido y tienen muy presentes los secuestros, masacres y minas que sembraron el terror en los caminos. Todavía no ha llegado el perdón.
El jefe de la Misión de la ONU en Colombia destacó que las Farc cumplieron con su compromiso de dejar las armas como parte del acuerdo de paz.
Antes de concluir -y entre sonoros aplausos de los guerrilleros-, Arnault afirmó que han constatado que las armas que recibieron “son de alta calidad y operatividad”, lo que muestra “que en el proceso se han entregado más armas por combatiente que en muchos procesos verificados internacionalmente”.
Se abre así un nuevo periodo para Colombia, en el que quedan para los guerrilleros varios interrogantes, el primero y más cercano, qué harán con su futuro tras un pasado marcado por el combate y el monte.
Un fusil hecho pala
Un fusil convertido en pala fue el objeto emblemático que dejó el acto con el que las Farc concluyó la ultima fase de su dejación de armas.
“Hace casi un año en una muestra del arte y el talento colombiano un artista me regaló Cultivando la paz, la transformación de un fusil AK-47 en una pala para labrar el campo. Me regaló dos obras, y me dijo que cuando estimara oportuno le diera una al comandante de las Farc”, resaltó el presidente, Juan Manuel Santos.
Este fusil convertido en herramienta agrícola por el escultor colombiano Álex Sastoque fue, junto a la “escopetarra” exhibida por el artista César López, entre los objetos simbólicos de la jornada en la que los insurgentes abandonaron definitivamente la lucha armada como paso previo para instituirse en movimiento político.
Estos fusiles reconvertidos en instrumentos de paz como palas o guitarras, se suman al “balígrafo” con el que los guerrilleros y el Gobierno firmaron los distintos documentos del acuerdo de paz.
Reacciones
Jorge William López, alcalde de Pácora
Es una noticia muy buena para todo el país, independiente de cualquier color político que se tenga, el desarme es muy importante. Quienes sufrimos afectación por la guerrilla estamos contentos, es un hecho trascendental para la historia del país. Es una victoria temprana. Ahora debe venir la inversión social en sitios lejanos, como Pácora, donde la inversión social ha sido poca. Que llegue la inversión a estas regiones.
Gloria Inés Ortiz, alcaldesa de Samaná
Nos sentimos felices, tranquilos, fuimos muy afectados por la violencia. Estos tiempos de paz y tranquilidad son muy valiosos. Sufrimos el embate de la violencia en carne propia. El desarme lo vemos como una oportunidad para municipios beneficiados por el posconflicto, eso se verá reflejado en el mejoramiento de la calidad de vida. Estamos viviendo momentos de tranquilidad. Antes no podíamos viajar a ciertas horas, teníamos enfrentamientos y hostigamientos casi a diario, en el hospital nos tocaba ver soldados y civiles muertos cada rato.
Guido Echeverri, gobernador de Caldas
Como cualquier colombiano responsable del ejercicio de su ciudadanía tengo que saludar con mucho beneplácito este hecho. Creo que ahora sí el proceso es irreversible. Lo que se busca es que el Estado, en su totalidad, cumpla con el contenido de los acuerdos, y las Farc luchen por ser fuerza política ya por fuera de las armas.
Hernán Patiño, fiscal del sindicato de profesores Educal
La posición institucional de Educal, Fecode y la Cut, y otras centrales obreras, ha sido de respaldo al proceso de paz. La entrega de armas es la demostración de las Farc de su intención de que se implementen los acuerdos. Vemos esto como una acción muy positiva.
Juan Manuel Castaño, decano de la Facultad de Administración de Empresas de la U. Nacional
Como Universidad Nacional vemos el gesto de las Farc como una prueba evidente de que están depositando un grano de arena en todo este proceso. El camino es duro y falta recorrer, pero finalmente es una prueba de que se dan avances. Y que se siga con las siguientes etapas para generar cumplimiento en cada punto pactado.
Alejo Vargas, director del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la U. Nacional
Se termina el alzamiento en armas de esta organización, han cumplido los acuerdos en ese que era un objetivo fundamental. Queda toda otra serie de elementos de los acuerdos que se deben cumplir como reincorporación de ellos con la sociedad, también los compromisos que tiene el Estado con las regiones, con los territorios y con las reformas. No hay duda de que en dejación de armas lo que muestran es que han cumplido y que efectivamente han dicho se terminó el alzamiento en armas y ahora vamos a actuar como una organización política con los mismos argumentos con que los hace cualquier movimiento o partido político, es decir, con discursos, con argumentos con movilizaciones sociales, con propaganda, pero sin acudir a la violencia.
Carmela Aristizábal Mejía, directora Comité Integremial de Caldas
Es un momento muy importante e inspirador para todos los colombianos, teniendo en cuenta que es un hito después de tantos años de añorar la paz en el país. Hay varios retos en el proceso de la implementación y por eso esperamos que se cumpla con todo el rigor que se ha prometido en este proceso.