“Hubo un árbitro que expulsó a Pelé, y era colombiano”, solía decirme mi padre cuando sus relatos me iniciaron en el amor por este deporte.

Luego, una magistral crónica realizada por Alberto Salcedo Ramos, me mostró una faceta muy humana de la vida de aquel árbitro, que era de Pereira y estudió en el colegio Deogracias Cardona, por el cual siempre pasaba para ir a mi casa.

La práctica y mi primera experiencia laboral me permitieron trabajar con su nieto, quien era amigo de un primo, y se convirtió en un buen amigo mío también. Al parecer, había dos coincidicenias que para mí era difícil cualificar.

Recientemente, en Medellín, como parte de una investigación que estoy realizando para un documental, hablé con Roberto Vasco, ex arquero del Deportivo Pereira en la década del ochenta.

Entre varios temas, hablamos del famoso partido entre Argentinos Juniors y el elenco matecaña en la capital risaraldense, el 19 de febrero de 1980. Ese día, Maradona hizo su mejor gol, confirmado por él hace poco. Guillermo Velásquez, ‘el chato’, arbitró el memorable encuentro.

Roberto me cuenta una anécdota, el gol que nace en mitad de cancha, surge luego de una falta que no pita ‘el chato’. El gol, sublime e inolvidable, se mancha por la protesta de los jugadores al árbitro, él, solemne les dice, “muchachos, miren a la gente, está aplaudiendo. Aplaudan ustedes también.”

Roberto me mira y sonríe, sabe que a pesar de la justicia de su reclamo, la respuesta sensata y desarmada de ‘el chato’ era una dosis suficiente de pragmatismo para aplacar cualquier ideal.

 

 Por: Juan Felipe Quiceno Cárdenas – Comunicador social y periodista