Hace unos 10 millones de años un enjambre de estrellas explotó como crispetas en una olla.

La onda, una enorme burbuja de gas, cubrió todo en unos 300 años luz y hoy el Sol con la Tierra y los demás plantas están adentro, sugiere un estudio de Massimiliano Galeazzi publicado en Nature.

Por fortuna, estas explosiones de supernova fueron lo suficientemente lejos como para no afectar la vida en el planeta.

Científicos, sin embargo, según un artículo en EarthSky, especulan que la elevada radiación pudo haber causado mutaciones en distintas especies.

¿Está amenazada la Tierra por una de esas poderosas explosiones que podrían acabar con toda forma viva?

La respuesta es: depende de cómo se mire. Y, de lo que se mire también.

En 2016 científicos publicaron en aquella revista evidencias en el lecho marino de isótopos de hierro-60 producidos por una supernova hace 2,6 millones de años.

Adrian Melott se dio a la tarea de modelar a qué distancia una supernova afectaría el planeta. Y de una distancia de 25 años luz sugerida por una publicación de 2003, concluyó que 150 años luz sería la distancia.

Si el Sol explotara como supernova (está a ocho minutos luz), la temperatura en la Tierra aumentaría 15 veces, el lado del planeta que estuviera dando la cara a la estrella ebulliría y el planeta comenzaría a vagar sin rumbo. Por fortuna, nuestro Sol no tiene la masa requerida para terminar su vida como una supernova. Pero ¿qué hay del vecindario?

Si hubiera una a 30 años luz, explicó en una entrevista Mark Reid, astrónomo del Centro Harvard-Smithsonian para la Astrofísica conduciría a extinciones masivas.

La radiación de rayos X y de los más energéticos rayos gamma destruiría la capa de ozono que nos protege de los rayos ultravioleta. Y podría ionizar el oxígeno y el nitrógeno en la atmósfera.

El fitoplancton y las comunidades arrecifales serían muy afectadas y con ello la base de la cadena alimenticia marina.

Si la explosión ocurriera algo más lejos, los océanos no sufrirían, pero la radiación sí provocaría mutaciones en los seres vivos en tierra.

¿Estamos entonces seguros? Tal vez… no. La última supernova cercana, SN1987A se presentó en una de las Nubes de Magallanes, a 168 000 años luz. Antes, Johannes Kepler, en 1604, detalló una que hoy se sabe ocurrió a 20.000 años luz. Y es famosa otra vista por los chinos en 1054, que brilló en el día durante 23 días, pero a 6500 años luz.

Al desvirtuar los rumores sobre una supernova, la Nasa indicó que en la vecindad del Sol ocurre una explosión cada 15 millones de años en promedio, mientras otros investigadores creen que una a 33 años luz se presenta cada 240 millones de años luz.

Qué son

Una supernova se produce cuando una estrella masiva explota, arrojando sus capas externas al espacio a una velocidad de más de 15.000 kilómetros por segundo.

En resumen hay dos tipos básicos, cada uno con distintas categorías.

Ia: cuando una estrella de menos de 10 masas solares que ha agotado su combustible y se ha convertido en enana blanca, toma material de una compañera (sistema binario), una estrella roja hasta que supera cierto límite, llamado de Chandrasekhar y explota.

II: cuando una estrella de más de 10 masas solares, hasta unas 40 o 50, agota su combustible (el hidrógeno), se hace inestable y explota. Lo que queda es el remanente, una nube en expansión llamada nebulosa.

Las que hay

Si se analiza el vecindario las noticias son buenas. Y malas a la vez. Estrellas masivas que exploten como una supernova tipo II cuando agoten su combustible, no hay ninguna a menos de 50 años luz.

Betelgeuse, la famosa estrella brillante de color rojizo en la constelación de Orión está en la etapa final de su vida. Tiene al menos 18 masas solares y un radio al menos 880 veces el del Sol. Una gigante en todo el sentido de la palabra. A una distancia segura de 640 años luz, el día en que explote como supernova (puede ser hoy o en un millón de años) solo iluminará mucho en las noches y en el día.

De las del tipo I podría haber cientos en un radio de 50 años luz. A 150 años luz está IK Pegasi B, la más cercana conocida de esta clase, parte de un sistema binario. La estrella principal, es una estrella común, como nuestro Sol, pero la B es una enana blanca masiva, densa. Así cuando la A comience a expandirse como una gigante roja, la enana comenzará a tomar su materia y cuando alcance la masa límite, explotará como supernova.

Un estudio de Rosanne Di Stefano, del Centro Harvard Smithsonian sugiere que puede haber muchas de esas enanas que no se han hallado, que giran rápido y que cuando terminen de adherir material de su compañera bajará su velocidad y explotarán como una supernova.

Son, en sus palabras, bombas de tiempo. Si están lo suficientemente cerca como para hacer daño no se sabe.

Hasta donde llega nuestro conocimiento, la Tierra está segura. Nadie puede asegurar que para siempre.